domingo, 2 de octubre de 2016

Rajoy tiene el poder

Todos hemos visto lo que ha ocurrido en el PSOE en esta última semana. Siete días atrás, hablábamos de si Pedro Sánchez intentaría formar Gobierno con Podemos y Ciudadanos o, incluso, con Podemos y el apoyo de los independentistas. Ahora Sánchez ha dejado la secretaría general, el partido está descabezado y solo se vislumbra un vencedor claro: Mariano Rajoy.

Porque solo él tiene la oportunidad de presentarse a una sesión de investidura, pero también tiene la oportunidad de no hacerlo y llevarnos a unas terceras elecciones que el PSOE no puede afrontar. ¿Quién sería el candidato? ¿Quién redactaría el programa? ¿Quién decidiría con qué partidos se pacta y cuáles no? ¿Qué campaña harían las federaciones sanchistas y las susanistas? Unas elecciones destrozarían al PSOE en estos momentos, pulverizaría su suelo electoral y elevaría a Unidos Podemos como primera fuerza de la izquierda.
atresmedia

Los nuevos dirigentes socialistas conocen esta situación pero lo realmente grave para ellos es que los viejos dirigentes populares, también. Rajoy conoce el enorme poder de negociación que tiene en estos momentos, sabe que de él depende que el PSOE sobreviva al año 2016 o no.

Es su momento para exigir todo lo que lleva pidiendo desde las elecciones del 20 de diciembre del año pasado: gobernar con tranquilidad. No depender de grandes pactos con varios partidos para sacar adelante sus políticas, tan solo de los votos del PSOE. Descartada la gran coalición —¿quién elegiría qué socialistas son ministros junto con los populares?—, Rajoy pedirá, como adelanta hoy El Mundo, apoyo en la investidura y en los presupuestos.

Paradójicamente, esta situación también perjudicará enormemente al PSOE. ¿Quién va a votar a un partido secuestrado por el PP? Los críticos quieren responder a esa pregunta con el liderazgo de Susana Díaz y con el paso de los meses para que se calme la situación. Pero no cuentan con la que ahora es la piedra angular del partido: los militantes.

Dejando a un lado la conveniencia moral de que un partido celebre primarias o no, el PSOE decidió celebrarlas. Y ese no es un proceso que se pueda revertir. Díaz evita un congreso federal con primarias como la peste, porque sabe que después de este golpe que han dado, la militancia no la va a apoyar. Su única oportunidad es que, por la situación excepcional que vivimos, el partido le de el liderazgo sin el voto de los militantes. Otra opción es que se celebre un congreso en el que solo ella sea la candidata. 

Después, se supone que, de alguna manera que yo aún no he alcanzado a ver, Susana hará cambiar de opinión a los militantes cabreados y a los votantes desencantados y revertirá el proceso a la baja que el PSOE inició con Rubalcaba. Un sueño.


Mientras tanto, el PP, Podemos y Ciudadanos se frotan las manos, el PSOE sabe que tiene que jugar con enorme maestría las cartas que le quedan. El problema es que aún no han visto que ya han quemado la baraja, el tapete, la mesa y el edificio entero.

sábado, 3 de septiembre de 2016

Tiempo de sacrificios


Pero a todos parece olvidárseles que en los momentos excepcionales siempre ocurre algo: cae gente. Los poderosos se renuevan y, para que llegue savia fresca, hay que excretar la vieja. En otras palabras, es tiempo de sacrificios.
wikimedia

Y esos sacrificios no son solo una necesidad histórica o generacional, sino que son la solución al enorme problema que tenemos entre manos, es la única forma de salir de este bloqueo. ¿Alguien piensa realmente que con el relativamente pequeño sacrificio de la abstención del PSOE se resolvería la situación? 

Se resolvería la investidura, pero dos días después volveríamos a estar en el mismo atasco. ¿También se tendría que abstener el PSOE para aprobar los Presupuestos? ¿Y qué apoyos lograría Rajoy para sacar adelante cualquier ley?

No, este momento histórico requiere de sacrificios mucho más grandes. Sacrificios que tienen dos nombres propios: Mariano Rajoy y Pedro Sánchez. Albert Rivera ya se está arriesgando bastante pactando tanto con la izquierda como con la derecha, sabiendo que va a perder muchos votos por ambos extremos por culpa de esos pactos. 

Pablo Iglesias, por otro lado, lo ha tenido más fácil porque aún nadie ha contado con él. El PP no lo ha hecho por razones obvias y el PSOE, por la cerrazón de algunos de sus dirigentes como Susana Díaz, Guillermo Fernández Vara o Felipe González.

Pero Rajoy y Sánchez no tienen esa suerte, ellos están en el ojo del huracán y van a tener que pagar por ello. Empecemos por Mariano Rajoy. Tras su fallida investidura, todos hemos visto que él es la causa principal del bloqueo en el que estamos. Todo sería mucho más sencillo si el candidato o candidata a la Presidencia del Gobierno fuera un independiente, incluso si fuera alguien del sector moderado del PP como Cristina Cifuentes o Borja Sémper

Pero esta no es la situación en la que estamos. Rajoy tiene bien atado su partido y no piensa renunciar a ese poder ahora que está tan cerca de volver a ocupar la Moncloa.

Sin embargo, su tiempo ha pasado. Es un líder elegido y que elige a dedo cuando todos los partidos hacen primarias abiertas a la militancia. Promueve las negociaciones secretas en la época en la que hay cámaras por todas partes. Acude a los programas deportivos de la COPE y no a los políticos. 

Y, sobre todo, está desconectado de la realidad. Muy desconectado. Solo así se entiende que su Gobierno haya propuesto a José Manuel Soria para presidir el Banco Mundial. Sí, su tiempo ha pasado. Debe dimitir.

La situación de Pedro Sánchez es más inestable, pero también tiene más posibilidades de acabar en éxito. Si su alianza con Podemos y Ciudadanos fracasa —es lo más probable— el Comité Federal del Partido Socialista le obligará a abstenerse en la investidura de Rajoy y él tendrá que dimitir. 

Pero el PSOE realiza primarias y que dimita no implica que tenga que terminar con su vida política. Podría presentarse para liderar el partido frente a Susana Díaz y sería el candidato que se sacrificó antes de pactar con el PP. Toda una ventaja en una lucha contra los barones que prefirieron ir con el PP antes que con Podemos.


Rajoy y Sánchez deben dimitir, pero solo el segundo tendrá otra oportunidad. Y, aún así, esos gestos serán solo el principio de un largo camino hasta superar esta crisis institucional. Conversación no nos va a faltar, eso es seguro.

domingo, 31 de julio de 2016

Mi verano de becario III

Tercera parte: La generación Z, nuestra generación
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A los que pertenecemos a la Generación Z —los nacidos después de 1994— nos ha tocado una época fascinante para vivir. Muy dura, pero fascinante al fin y al cabo. Tenemos todo un reto por delante: cambiar la tendencia que nos lleva a vivir peor que nuestros padres. Cambiar el mundo.

Hemos visto cómo nuestros hermanos mayores pasaban años y años estudiando con la promesa de que tendrían un futuro brillante. Y les hemos visto estrellarse contra el suelo. Se nos han caído los esquemas. Si a ellos les golpeó la crisis, nosotros ya nacimos con ella. Si a ellos les pillaron por sorpresa el terrorismo y el cambio climático, nosotros ya les conocemos. Ellos y ellas se rebelaron y se echaron a las calles, pero somos nosotros los que tenemos que apuntalar esa rebelión y llevarla adelante.

Creo que las generaciones más mayores, las que ya llevan años trabajando, se han dado cuenta ya del papel que nos ha tocado interpretar a nosotros. Han visto que cambiaremos el mundo y nos quieren ayudar. Ya son bastantes las personas de mi entorno que me han dado consejos en plural, como miembro de mi generación, y aún más las que me han dicho qué piensan de “la gente de tu edad”.

Esto también ha pasado en mi trabajo. Una compañera a la que le toca lidiar cada verano con becarios y becarias me contó el otro día qué piensa de nosotros. Nos ve con mucho potencial, el suficiente para cambiar realmente las cosas. Pero también cree que permanecemos inmóviles. Que nos limitamos a seguir la corriente que se nos ha dictado sin pensar en qué nos gusta realmente o en qué queremos hacer. Y tiene razón.

Consejos que todo becario estudiante en prácticas debe seguir cuando empieza a trabajar en una empresa


1. La ventaja de tener un valor añadido
Como hemos visto, el gran riesgo de nuestra generación es seguir a la manada. No diferenciarnos. Limitarnos a caminar por el sendero Colegio-Instituto-Bachillerato-Carrera-Prácticas-Trabajo sin pensar en los pasos que estamos dando. La generación de nuestros hermanos mayores, la de los millenials, creció pensando que ese camino era el adecuado. No fue así. No podemos volver a cometer ese mismo error.

Esa compañera de trabajo me dijo que le fastidiaba que nuestra generación no se interesase por las cosas del día a día, que se resignase a aceptarlas tal y como se presentan. Que los chavales de 20 años no estén todo el día preguntando, proponiendo y quejándose como deben hacer.

Diferenciarte de los demás, ser innovador y propositivo, no es solo un consejo para obtener un 10 en tus prácticas —que también—. Es una forma de vida que nuestra generación debe adoptar si de verdad queremos —y queremos— cambiar las cosas. Agachar la cabeza durante 20 años para obtener unas marcas excepcionales puede no darte trabajo; levantar la mirada y destacar entre los demás siempre tiene mejor resultado.




NOTA: Para más información sobre la Generación Z, recomiendo este reportaje de Daniel Verdú: http://politica.elpais.com/politica/2015/05/02/actualidad/1430576024_684493.html

domingo, 24 de julio de 2016

Mi verano de becario II

Segunda parte: Sentimientos en el ambiente laboral
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El otro día, una periodista de Aragón Radio que ya lleva unos cuantos años trabajando en el medio me contó alguna anécdota laboral y, entre ellas, una en concreto me llamó mucho la atención. Hay unos cuantos oyentes fieles que suelen marcar el teléfono cuando pedimos participación a través de las ondas. Son pocos, pero siempre son bienvenidos. 

Resulta que uno de esos oyentes —cuyo nombre debí apuntar—, un pastor, tuvo que llamar a gritos a su perra mientras hablaba en directo con la radio. La perra se llamaba como mi compañera y no era una casualidad, le había puesto su nombre por ella. Y no era un admirador excéntrico ni un hombre con poca imaginación. Simplemente le había puesto a su mascota el nombre de la mujer que le acompañaba todas las mañanas.

Es muy difícil que nos enganchemos a la radio en grupo, no es Snapchat. La radio es un medio de comunicación personal. Íntimo. Hay colectivos que tienen que acostumbrarse a pasar la mayor parte de las horas del día solos: ancianos, agricultores, pastores, taxistas… Para ellos la radio no es un entretenimiento durante los trayectos en coche. Es la voz que les acompaña durante una enorme parte de sus vidas y eso crea una relación especial entre el oyente y el emisor.

Conclusión:

Consejos que todo becario estudiante en prácticas debe seguir cuando empieza a trabajar en una empresa

1. Lo que haces es importante para otra gente
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¿Qué quiero decir con la parábola esta que me he marcado del pastor y la radio? ¿Qué en tus escasos meses de trabajo no remunerado vas a conseguir cambiar la vida de la gente? No. No directamente, al menos. Pero lo que hagas, sea lo que sea, sí será importante para muchas personas. 

Da lo mismo que trabajes dando noticias y entretenimiento, como es mi caso, o fabricando tornillos. Esos tornillos acabarán sirviendo para montar la cama de una pareja que comienza una vida junta o será la primera piedra de una start up que dará trabajo a mucha gente. Por primera vez, dejas de trabajar por ti mismo para empezar a trabajar por ti mismo y por otros. Y eso es una gran diferencia.

2. Qué hacer cuando te llevas una bronca
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Esta vez la anécdota no es lo importante. Dejémoslo en que algo no salió bien en uno de los programas y hubo un toque de atención hacia el equipo. Pero esa llamada al orden me sirvió para preguntarme qué debe hacer un becario cuando se lleva una bronca.

En primer lugar, lo más preocupante sería que no te llevases ninguna. ¿De verdad crees que empezando de cero vas a hacerlo todo bien? Si no te han llamado nunca la atención, es porque no se han preocupado demasiado por cómo lo has hecho ni por cuánto has aprendido. Así que más vale asumir que en algún momento u otro nos va a caer un rapapolvo por haberla cagado.

Una vez que llega, hay que aceptarlo. Mantenerse firme y diplomático y reconocer que te has equivocado. Ellos y ellas también se equivocan todos los días, no pasa nada. La diferencia está en quién lo reconoce y quién echa la culpa a los demás. Y nunca es bueno estar en el segundo grupo.

Por último, aceptar las críticas no significa renunciar a lo que piensas. Si crees que en realidad no te has equivocado y que te están culpando por algo que no has hecho —y muy probablemente esto también ocurrirá—, es casi un deber moral no renunciar a tu punto de vista. Expresarlo con educación y humildad, pero expresarlo. Porque puede que en ese momento incrementes la ira de tu superior, pero te aseguro que tendrá en cuenta el valor y la entereza. Y ya si consigues mantener tus ideas con elegancia y sin perder los nervios, te marcarás un plus.


Si tienes algún otro consejo que quieras compartir o una anécdota que te haya ayudado en tus prácticas, no lo dudes. ¡Compártelo en los comentarios!

domingo, 17 de julio de 2016

Mi verano de becario I

Primera parte: Del mundo académico al mundo laboral

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Como la cosa politiquera está más bien paradilla con Pedro Sánchez y Andrea Levy en el FIB y con Felipe González atrapado en la puerta giratoria esa de la que no sale desde los noventa, voy a escribir un poco sobre mi experiencia como becario en Aragón Radio. No preocuparse, si sale mal solo estaré unas semanas dando el coñazo mientras disfrutáis de las playas de Peñíscola y Salou con un mojito en la mano… Empiezo a replantearme muchas cosas.

En mi familia los veranos se han dividido históricamente entre aquellos en los que hay que ahorrar un poco y los que hay que ahorrar y punto. Este es de los segundos y, como tampoco tengo la fuerza de voluntad suficiente como para pasarme casi tres meses dormitando en el sofá y jugando al Far Cry Primal, decidí buscarme unas prácticas en alguno de los medios de comunicación de Zaragoza

Para quien no conozca la ciudad, decirle que es grande, pero tampoco es precisamente una metrópolis. Así por encima, hay tres canales de televisión (TVE, Aragón Televisión y ZTV), cinco grandes cadenas de radio (SER, Onda Cero, Cope, RNE, y Aragón Radio), dos periódicos en papel (Heraldo de Aragón y El Periódico de Aragón), tres agencias de noticias (EFE, Europa Press y Aragón Press) y algún medio digital como El Diario Aragón o Aragón Digital. 

Parecen bastantes, pero ya sea por la situación económica o por lo poco abultado que —de momento— está mi currículum (más bien será por lo segundo) solo me ofrecieron trabajar en dos de ellos: El Periódico de Aragón y Aragón Radio. 

Me acabé decidiendo por la radio por una razón: me prometieron que iba a salir con la unidad móvil *babas* y que iba a poder proponer mis propios temas *más babas*.

Y después de esta mini introducción de cuatro párrafos, voy con lo que realmente quería escribir: los consejos que todo becario estudiante en prácticas debe seguir cuando empieza a trabajar en una empresa.

Consejos que todo becario estudiante en prácticas debe seguir cuando empieza a trabajar en una empresa

1. Tranquilidad
El primer día te van a inundar el cerebro con tareas que hay que hacer (“que hay que hacer”, en infinitivo, no significa que las vayas a hacer todas tú), normas, procedimientos, rutinas… Aún si intentan no agobiarte, te vas a agobiar. Y es lo lógico, por otro lado. Solo vas a estar unos meses y tienes que aprender a ser un miembro más del equipo muy rápidamente.

Mi consejo es el que te daría Mariano Rajoy

"No corras, camina rápido."

Se llega más lejos y en mejor estado. Asiente a todo, ya lo irás asimilando poco a poco. Y, sobre todo,  pregunta todas las dudas que tengas. Todos han sido estudiantes alguna vez y, ya solo por la nostalgia que les evoca el hecho de que tengas veinte años menos que ellos, te van a ayudar.

2. Memento mori
Recuerda que vas a morir. Laboralmente hablando, claro. No tienes un puesto de trabajo que conservar ni una familia a la que alimentar, así que no tengas miedo a equivocarte. No se va a hundir el mundo.

Por otra parte, tampoco tienes que ganarte el respeto ni la simpatía de nadie, y eso es un gran alivio que, paradójicamente, te llevará a ser más natural y a caer bien entre los compañeros. 

Si necesitas que alguien te enseñe a realizar una cosa concreta, pídeselo. No le vas a caer mal por ello pero, aunque así fuera, es muy probable que no vuelvas a ver a esa persona. ¿Qué tienes que perder?

PAUSA

Para cuando aprendí estas dos lecciones, me di cuenta de una cosa: ya no estaba en la Universidad. Ese maravilloso sitio en el que te saltas una clase (o varias) para ir a la cafetería y no pasa nada; en el que te retrasas en la entrega de un trabajo y, con un poco de súplica de por medio, te dan unos días más de plazo. Y eso se nota.

En mi caso, nunca había estado en el ambiente laboral y el cambio ha sido grande. En primer lugar, el ritmo es mucho más rápido. Esto dependerá mucho del trabajo, por supuesto, pero no es comparable a tener cinco asignaturas cada cuatrimestre. 

Por otro lado, en el mundo laboral la gente está preocupada por cosas hasta ahora inexistentes en mi vida, como la productividad, los objetivos o los temibles “cambios” que realizan los directivos. 

Esos cambios que realizan sobre el papel y buscan mejorar los resultados, se traducen en gente que debe cambiar de horario, que cobra menos, que trabaja más o que pierde el empleo. 

Esto puede asustar un poco al principio, pero más vale acostumbrarnos o sufriremos más de lo necesario cuando nos despidan —y siempre vamos a perder un empleo o más—.

FIN DE LA PAUSA


A lo tonto solo he dado dos consejos, pero son muy buenos. A mí me han ayudado mucho en esta primera etapa de mi trabajo como estudiante en prácticas y espero que a vosotros y a vosotras también. Voy a parar aquí, que a lo tonto me estoy alargando mucho. ¿Qué consejos le darías tú a un becario?

domingo, 3 de julio de 2016

Errejón estaba en lo cierto

Lo confieso, yo era de los que pensaba que cinco y uno sumarían seis. Me desnudo —ideológicamente hablando, claro— y no voy a decir a toro pasado que estaba claro que la alianza no iba a funcionar por esto y por lo otro, no. Yo creía que Unidos Podemos superaría al PSOE; por pocos votos, pero creí que lo iba a hacer. Recordaba los argumentos que Podemos usaba en diciembre para rechazar la alianza con IU (no a las sopas de letras… “que se queden con la bandera roja”… ) y los desoía. Un error.

Como yo, la mayoría de los personajes y personajillos que salen por televisión —a excepción de Paco Marhuenda, al que le tengo que reconocer que acertó— decían que habría sorpasso. Y ahora que no lo ha habido y muchos nos hemos equivocado, intentamos buscar la explicación. Apenas nadie reconoce que se ha equivocado. El problema ha estado en la comunicación, en la campaña del miedo o incluso en el brexit (curioso argumento, teniendo en cuenta que el referéndum británico fue convocado por los conservadores). 
Creative Commons

Curiosamente, sí hay alguien que ha reconocido que se equivocó: Íñigo Errejón. El número dos de Podemos, que ya avisó de que la alianza no funcionaría, acepta que acató la decisión de juntarse a IU y, por tanto, que él también tiene parte de la culpa de este fracaso electoral. 

Pablo Iglesias, por su parte, achaca la pérdida de un millón de votos al “miedo a lo nuevo”. ¿Miedo a lo nuevo entre los votantes potenciales de Podemos? ¿Cómo puede ser eso posible? Si tuvieran miedo, no les habrían votado en Diciembre.

Por supuesto, habrá muchos factores que expliquen el tropiezo de Unidos Podemos. Unos ya se han señalado y otros, probablemente, no los lleguemos a descubrir nunca. A mí me gustaría señalar uno en concreto: UP ha perdido votos por ambos extremos por creerse que ya tenía asegurados los seis millones de electores que les apoyaron el 20D. Los socialdemócratas se han ido al PSOE por miedo a los comunistas de IU, mientras que los comunistas de IU no se han visto representados en la alianza y se han quedado en casa.

Desde Podemos advierten que hará falta tiempo para analizar estas elecciones y tienen razón. Para lo que sí han estado rápidos ha sido para alertar a los disidentes, Pablo Echenique ya ha avisado de que se extirparán “las malas hierbas”. ¿Cuáles son las malas hierbas que habría que extirpar? Porque parece que los equivocados son los que apostaron por la alianza. Habría que extirparlos a ellos, ¿no?

La alianza con IU ya es irreversible y los socialdemócratas cansados del PSOE no volverán a Podemos fácilmente. La única opción ahora es apostar por la alianza, diluir a IU poco a poco hasta llegar al punto de izquierdismo adecuado y realizar una gestión genuinamente impecable en los ayuntamientos del cambio para presentarla como aval  de eficiencia y experiencia dentro de cuatro años. 


Sin embargo, si se intenta volver a la centralidad del tablero demasiado deprisa, el partido puede perder su credibilidad y beneficiabr al PSOE. En esa situación, habría que esperar a otra crisis económica e institucional que permita a la nueva política colarse entre las grietas del bipartidismo. Claro que, al paso que vamos, esta no creo que tarde mucho en llegar.

martes, 21 de junio de 2016

Ha llegado el momento de que el PSOE se haga mayor

Crecer es aprender a despedirse, como Risto Mejide. El PSOE es el partido más antiguo de la democracia pero, para ser sinceros, todos los partidos han mutado desde el 15M, desde que despertamos del sueño de la burbuja inmobiliaria y aprendimos a mirar a la cara a la corrupción, al despilfarro, a los desahucios… desde que aprendimos que ser un ciudadano libre también implica ser un ciudadano con obligaciones. 

El nuevo PSOE —que no por nuevo tiene que estar formado por personas jóvenes— ha incorporado elementos de esa democracia que buscamos a su ideario, como las primarias o las consultas a la militancia. Elementos importantes, pero estéticos todavía, puesto que ya hemos visto que, cuando las primarias arrojan un resultado que no gusta al aparato, se pueden anular y a volver a empezar. Y si no que le preguntan a Tomás Gómez o a Antonio Miguel Carmona.

Este maquillaje aporta una pátina de modernidad al PSOE, es cierto, pero el partido aún viste pantalones cortos porque no ha resuelto un problema fundamental: aún no ha decidido qué quiere ser. Hay dos posibilidades, por un lado, admitir que la izquierda se ha fragmentado, que ya no volverán a ser primeros o segundos para siempre y convivir con Podemos para que no gane la derecha, aún perdiendo poder e ideario.

La otra opción es luchar, aunque el partido se hunda por el camino y a pesar de que la derecha pueda gobernar por ello; pero luchar para acabar con Podemos y sus partidos afines y recuperar el territorio de la izquierda. Porque esa es la única manera de que la socialdemocracia acabe gobernando en solitario en el futuro.

Decidir es una de las facetas más difíciles de la edad adulta. A ninguno nos gusta tomar decisiones, porque sabemos que todas acarrean ventajas e inconvenientes y porque nunca sabemos cuáles son las consecuencias. Decidir nos asusta, nos aterra. Siempre es mucho más fácil no decidir, como hace Mariano Rajoy, o dejar que te manden, como se hace en las dictaduras. Pero un adulto no puede ser súbdito, un adulto debe ser libre. Y el PSOE tiene el potencial para ser adulto.

Entre los dirigentes del PSOE que quieren convivir con Podemos —lo cual no significa que no se le ataque, ojo, sino que se admita su validez como partido y se le mire de igual a igual— se encuentran Pedro Sánchez, Ximo Puig o José Luís Rodríguez Zapatero. Sánchez quiso pactar con Pablo Iglesias para su investidura, Puig ha recibido el apoyo de Podem y Compromís para ser Presidente de la Comunidad Valenciana y Zapatero aconseja a Iglesias y se reúne con él.

El bando contrario, el que quiere liquidar a Podemos, está liderado por Susana Díaz y entre sus filas se encuentran socialistas como Alfonso Guerra o José Bono. Todos ellos se han mostrado especialmente beligerantes, tanto en campaña como anteriormente, contra el partido de Pablo Iglesias.


Esta batalla se resolverá con una renovación del comandante en jefe. Pero no solo por cambiar la cabeza se habrán acabado los problemas. Harán falta, además, dos condiciones: que el nuevo secretario general —o secretaria— sea miembro de una de las dos facciones y que los perdedores se sometan a los vencedores para caminar juntos. Esta vez, con pantalones largos.

jueves, 16 de junio de 2016

Los 7 parecidos razonables entre García-Margallo y Francis Urquhart

Francis Urquhart es uno de los primeros ministros más recordados por los británicos. Pero nunca habrán visto un discurso suyo en la BBC, nunca recordarán alguna de sus acciones en el Gobierno y nunca leerán sobre él en los libros de historia. Porque Urquhart nunca ha existido; es un personaje de ficción, el protagonista de la novela de 1989 House of Cards, que posteriormente fue adaptada para la televisión por la BBC y que ahora es la base de la exitosa serie norteamericana homónima producida por Netflix.

A veces, simplemente, la realidad y la ficción se acercan hasta límites insospechados por puro azar. Francis Urquhart y el ministro de Asuntos Exteriores en funciones, José Manuel García-Margallo, tienen muchas similitudes. ¿Podemos conocer un poco más a este personaje a través del ministro? Y lo que es más importante, ¿podemos acabar conociendo mejor a Margallo a través de un personaje de ficción? A continuación desgranamos las similitudes entre estos dos políticos.

1. Su partido
Este es el parecido más evidente. Francis Urquhart es miembro del Partido Conservador o, dicho de otra forma, es un torie. Este partido representa al centroderecha británico y liberal, de igual forma que el Partido Popular se define como el centroderecha español y aplica medidas liberales. Los dos partidos han emprendido reformas económicas controvertidas y liberales en sus países y, a pesar de ello, se mantienen como primera fuerza en sus respectivos parlamentos.

2.   Sus ideas
Tanto Margallo como Urquhart son dos versos sueltos en sus partidos. Margallo es un democristiano en un partido conservador y Urquhart es un ultraliberal en un partido que intentaba mostrar unas políticas diferentes a las de Margaret Thatcher, unas políticas menos radicales. Los dos son ilustrados y citan a autores como Marx, Shakespeare o Churchill, demostrando sus conocimientos y colocándose en una posición de superioridad intelectual frente al rival político. Además, los dos saben esconder o expresar vehementemente sus ideas cuando es necesario, como cuando Margallo afirmó que el Gobierno se había pasado “cuatro pueblos” con los recortes y supo rectificar días más tarde, cuando sus palabras ya habían provocado el incendio que pretendía.

3.   Su edad
José Manuel García-Margallo tiene 71 años, los mismos aproximadamente que Francis Urquhart. A los dos les reprochan constantemente que su edad es un impedimento para su carrera política y ambos no solo han sobrevivido a sus compañeros más jóvenes, sino que han mejorado su posición superada la sesentena. “Más sabe el diablo por viejo que por diablo”.

4.   Sus orígenes
Mientras que el ficticio Primer Ministro es hijo de una adinerada familia, estudió en el Eton College y posee una mansión en Southampton; García-Margallo es biznieto del gobernador de Melilla, Juan García y Margallo, y ha estudiado en la Universidad de Deusto y en Harvard. Los dos proceden de familias muy acomodadas y han gozado de una gran educación. Y los dos quieren impuestos bajos para las clases altas.

5.    El respeto del rival
En la novela, Francis Urquhart ejerce de Chief Whip en el Partido Conservador —lo que en España es conocido como el Secretario de Organización— y tiene un arma terriblemente poderosa: la información. Información no sobre el adversario, que está en la oposición, sino sobre el enemigo, que está en tu mismo partido —como dijo Winston Churchill—. Gracias a esa información, y a diversas artimañas totalmente inmorales e ilegales, Urquhart fuerza la dimisión del Primer Ministro y acaba con todos sus enemigos para alzarse con el mando del país. 

Pero toda esta operación nunca habría podido llevarse a cabo sin una virtud que Urquhart tenía y sus contrincantes no: el respeto del rival. Incluso en unas elecciones primarias necesitas que los adversarios no te ataquen continuamente para vencer, y Urquhart despertaba el suficiente respeto y admiración en las filas contrarias como para que periódicos de izquierda, como The Guardian, o independientes, como The Independent, que cuentan con una enorme influencia en Reino Unido, acaben apoyando su nominación.

García-Margallo también tiene esa virtud. Desde diciembre y hasta abril, los meses en los que España no sabía si su próximo Presidente sería rojo o azul ni quién le apoyaría, la conocida como Solución Margallo siempre estuvo flotando en el aire aunque nunca llegase a materializarse. La búsqueda de un Presidente del Gobierno de consenso entre las filas de tres de los cuatro grandes partidos era una posible salida al laberinto parlamentario surgido del 20D y el Ministro de Asuntos Exteriores era el candidato perfecto. 

Militante del PP pero democristiano y no conservador. Miembro del Gobierno de Rajoy pero crítico con sus compañeros y con los recortes. Y lo que es más importante: con una gran valoración y una eficiente actuación como Ministro. Hasta Pablo Iglesias, el líder de Podemos, afirmó en el Congreso que “ojalá en nuestro país hubiera más democristianos ilustrados como usted (hablando con Margallo) que no es, por desgracia, algo habitual en el Partido Popular”.

6.    Su ambición
Mientras su nombre sonaba como Presidente del Gobierno en los meses posteriores al 20D, García-Margallo no se empeñaba en negar la mayor y oponerse a ese reconocimiento, precisamente. Según El Español, que cita a “fuentes del PP”, el propio Ministro se ofreció para el cargo “para una legislatura corta, apenas de dos años, si Mariano Rajoy no consigue ser investido”. Curiosamente, Urquhart también necesita una situación crítica para desatar su ambición y acabar como Primer Ministro: la traición del Primer Ministro al negarle el ascenso que le fue prometido.

7.   Su aspecto

Este criterio no es muy profesional, pero está claro que el parecido físico entre García-Margallo y el actor que interpreta a Francis Urquhart en la miniserie de la BBC, Sir Ian Richardson, es muy llamativo. Pelo cano que se niega a desaparecer, nariz aguileña, mirada penetrante y traje clásico. El estilo de todo un Primer Ministro… o de un Presidente del Gobierno.