domingo, 2 de octubre de 2016

Rajoy tiene el poder

Todos hemos visto lo que ha ocurrido en el PSOE en esta última semana. Siete días atrás, hablábamos de si Pedro Sánchez intentaría formar Gobierno con Podemos y Ciudadanos o, incluso, con Podemos y el apoyo de los independentistas. Ahora Sánchez ha dejado la secretaría general, el partido está descabezado y solo se vislumbra un vencedor claro: Mariano Rajoy.

Porque solo él tiene la oportunidad de presentarse a una sesión de investidura, pero también tiene la oportunidad de no hacerlo y llevarnos a unas terceras elecciones que el PSOE no puede afrontar. ¿Quién sería el candidato? ¿Quién redactaría el programa? ¿Quién decidiría con qué partidos se pacta y cuáles no? ¿Qué campaña harían las federaciones sanchistas y las susanistas? Unas elecciones destrozarían al PSOE en estos momentos, pulverizaría su suelo electoral y elevaría a Unidos Podemos como primera fuerza de la izquierda.
atresmedia

Los nuevos dirigentes socialistas conocen esta situación pero lo realmente grave para ellos es que los viejos dirigentes populares, también. Rajoy conoce el enorme poder de negociación que tiene en estos momentos, sabe que de él depende que el PSOE sobreviva al año 2016 o no.

Es su momento para exigir todo lo que lleva pidiendo desde las elecciones del 20 de diciembre del año pasado: gobernar con tranquilidad. No depender de grandes pactos con varios partidos para sacar adelante sus políticas, tan solo de los votos del PSOE. Descartada la gran coalición —¿quién elegiría qué socialistas son ministros junto con los populares?—, Rajoy pedirá, como adelanta hoy El Mundo, apoyo en la investidura y en los presupuestos.

Paradójicamente, esta situación también perjudicará enormemente al PSOE. ¿Quién va a votar a un partido secuestrado por el PP? Los críticos quieren responder a esa pregunta con el liderazgo de Susana Díaz y con el paso de los meses para que se calme la situación. Pero no cuentan con la que ahora es la piedra angular del partido: los militantes.

Dejando a un lado la conveniencia moral de que un partido celebre primarias o no, el PSOE decidió celebrarlas. Y ese no es un proceso que se pueda revertir. Díaz evita un congreso federal con primarias como la peste, porque sabe que después de este golpe que han dado, la militancia no la va a apoyar. Su única oportunidad es que, por la situación excepcional que vivimos, el partido le de el liderazgo sin el voto de los militantes. Otra opción es que se celebre un congreso en el que solo ella sea la candidata. 

Después, se supone que, de alguna manera que yo aún no he alcanzado a ver, Susana hará cambiar de opinión a los militantes cabreados y a los votantes desencantados y revertirá el proceso a la baja que el PSOE inició con Rubalcaba. Un sueño.


Mientras tanto, el PP, Podemos y Ciudadanos se frotan las manos, el PSOE sabe que tiene que jugar con enorme maestría las cartas que le quedan. El problema es que aún no han visto que ya han quemado la baraja, el tapete, la mesa y el edificio entero.

sábado, 3 de septiembre de 2016

Tiempo de sacrificios


Pero a todos parece olvidárseles que en los momentos excepcionales siempre ocurre algo: cae gente. Los poderosos se renuevan y, para que llegue savia fresca, hay que excretar la vieja. En otras palabras, es tiempo de sacrificios.
wikimedia

Y esos sacrificios no son solo una necesidad histórica o generacional, sino que son la solución al enorme problema que tenemos entre manos, es la única forma de salir de este bloqueo. ¿Alguien piensa realmente que con el relativamente pequeño sacrificio de la abstención del PSOE se resolvería la situación? 

Se resolvería la investidura, pero dos días después volveríamos a estar en el mismo atasco. ¿También se tendría que abstener el PSOE para aprobar los Presupuestos? ¿Y qué apoyos lograría Rajoy para sacar adelante cualquier ley?

No, este momento histórico requiere de sacrificios mucho más grandes. Sacrificios que tienen dos nombres propios: Mariano Rajoy y Pedro Sánchez. Albert Rivera ya se está arriesgando bastante pactando tanto con la izquierda como con la derecha, sabiendo que va a perder muchos votos por ambos extremos por culpa de esos pactos. 

Pablo Iglesias, por otro lado, lo ha tenido más fácil porque aún nadie ha contado con él. El PP no lo ha hecho por razones obvias y el PSOE, por la cerrazón de algunos de sus dirigentes como Susana Díaz, Guillermo Fernández Vara o Felipe González.

Pero Rajoy y Sánchez no tienen esa suerte, ellos están en el ojo del huracán y van a tener que pagar por ello. Empecemos por Mariano Rajoy. Tras su fallida investidura, todos hemos visto que él es la causa principal del bloqueo en el que estamos. Todo sería mucho más sencillo si el candidato o candidata a la Presidencia del Gobierno fuera un independiente, incluso si fuera alguien del sector moderado del PP como Cristina Cifuentes o Borja Sémper

Pero esta no es la situación en la que estamos. Rajoy tiene bien atado su partido y no piensa renunciar a ese poder ahora que está tan cerca de volver a ocupar la Moncloa.

Sin embargo, su tiempo ha pasado. Es un líder elegido y que elige a dedo cuando todos los partidos hacen primarias abiertas a la militancia. Promueve las negociaciones secretas en la época en la que hay cámaras por todas partes. Acude a los programas deportivos de la COPE y no a los políticos. 

Y, sobre todo, está desconectado de la realidad. Muy desconectado. Solo así se entiende que su Gobierno haya propuesto a José Manuel Soria para presidir el Banco Mundial. Sí, su tiempo ha pasado. Debe dimitir.

La situación de Pedro Sánchez es más inestable, pero también tiene más posibilidades de acabar en éxito. Si su alianza con Podemos y Ciudadanos fracasa —es lo más probable— el Comité Federal del Partido Socialista le obligará a abstenerse en la investidura de Rajoy y él tendrá que dimitir. 

Pero el PSOE realiza primarias y que dimita no implica que tenga que terminar con su vida política. Podría presentarse para liderar el partido frente a Susana Díaz y sería el candidato que se sacrificó antes de pactar con el PP. Toda una ventaja en una lucha contra los barones que prefirieron ir con el PP antes que con Podemos.


Rajoy y Sánchez deben dimitir, pero solo el segundo tendrá otra oportunidad. Y, aún así, esos gestos serán solo el principio de un largo camino hasta superar esta crisis institucional. Conversación no nos va a faltar, eso es seguro.

domingo, 31 de julio de 2016

Mi verano de becario III

Tercera parte: La generación Z, nuestra generación
freepik.com

A los que pertenecemos a la Generación Z —los nacidos después de 1994— nos ha tocado una época fascinante para vivir. Muy dura, pero fascinante al fin y al cabo. Tenemos todo un reto por delante: cambiar la tendencia que nos lleva a vivir peor que nuestros padres. Cambiar el mundo.

Hemos visto cómo nuestros hermanos mayores pasaban años y años estudiando con la promesa de que tendrían un futuro brillante. Y les hemos visto estrellarse contra el suelo. Se nos han caído los esquemas. Si a ellos les golpeó la crisis, nosotros ya nacimos con ella. Si a ellos les pillaron por sorpresa el terrorismo y el cambio climático, nosotros ya les conocemos. Ellos y ellas se rebelaron y se echaron a las calles, pero somos nosotros los que tenemos que apuntalar esa rebelión y llevarla adelante.

Creo que las generaciones más mayores, las que ya llevan años trabajando, se han dado cuenta ya del papel que nos ha tocado interpretar a nosotros. Han visto que cambiaremos el mundo y nos quieren ayudar. Ya son bastantes las personas de mi entorno que me han dado consejos en plural, como miembro de mi generación, y aún más las que me han dicho qué piensan de “la gente de tu edad”.

Esto también ha pasado en mi trabajo. Una compañera a la que le toca lidiar cada verano con becarios y becarias me contó el otro día qué piensa de nosotros. Nos ve con mucho potencial, el suficiente para cambiar realmente las cosas. Pero también cree que permanecemos inmóviles. Que nos limitamos a seguir la corriente que se nos ha dictado sin pensar en qué nos gusta realmente o en qué queremos hacer. Y tiene razón.

Consejos que todo becario estudiante en prácticas debe seguir cuando empieza a trabajar en una empresa


1. La ventaja de tener un valor añadido
Como hemos visto, el gran riesgo de nuestra generación es seguir a la manada. No diferenciarnos. Limitarnos a caminar por el sendero Colegio-Instituto-Bachillerato-Carrera-Prácticas-Trabajo sin pensar en los pasos que estamos dando. La generación de nuestros hermanos mayores, la de los millenials, creció pensando que ese camino era el adecuado. No fue así. No podemos volver a cometer ese mismo error.

Esa compañera de trabajo me dijo que le fastidiaba que nuestra generación no se interesase por las cosas del día a día, que se resignase a aceptarlas tal y como se presentan. Que los chavales de 20 años no estén todo el día preguntando, proponiendo y quejándose como deben hacer.

Diferenciarte de los demás, ser innovador y propositivo, no es solo un consejo para obtener un 10 en tus prácticas —que también—. Es una forma de vida que nuestra generación debe adoptar si de verdad queremos —y queremos— cambiar las cosas. Agachar la cabeza durante 20 años para obtener unas marcas excepcionales puede no darte trabajo; levantar la mirada y destacar entre los demás siempre tiene mejor resultado.




NOTA: Para más información sobre la Generación Z, recomiendo este reportaje de Daniel Verdú: http://politica.elpais.com/politica/2015/05/02/actualidad/1430576024_684493.html